Libro 12. Una biografía
Libro 12: Una biografía (Erasmo de Rótterdam: Triunfo y Tragedia de un Humanista)
Esta biografía me la hizo conocer un buen amigo (y confesor mio); es uno de los textos con los que me identifico mucho en lo referente a mis asuntos de fe; del porqué de mi posición frente a los dogmas de todas las religiones, y del porqué creo y tengo fe en la humanidad, aunque esta suela decepcionarme habitualmente.
Sin más preámbulos.. uno de ni pasajes predilectos
Esta biografía me la hizo conocer un buen amigo (y confesor mio); es uno de los textos con los que me identifico mucho en lo referente a mis asuntos de fe; del porqué de mi posición frente a los dogmas de todas las religiones, y del porqué creo y tengo fe en la humanidad, aunque esta suela decepcionarme habitualmente.
Sin más preámbulos.. uno de ni pasajes predilectos
Como el primer reformador alemán (y realmente el único, pues los otros más
bien fueron revolucionarios que reformadores), había tratado de renovar la
Iglesia católica según las leyes de la razón; pero el Destino puso frente a él,
hombre de espíritu de muy dilatada amplitud de horizontes, evolucionista, un
hombre de acción, Lutero, un revolucionario, agitado demoníacamente por las
broncas fuerzas del pueblo alemán. De un solo golpe el férreo puño
aldeano del doctor Martín destroza lo que la fina mano de Erasmo, sólo
armada de la pluma, se había esforzado por enlazar, tímida y delicadamente. Durante siglos quedará partido el orbe cristiano y europeo
en católicos contra protestantes, gentes del norte contra gentes del sur,
germanos contra romanos: en este momento sólo hay una elección, una
decisión posible para los alemanes, para los hombres de Occidente: o
papistas o luteranos, o el poder de las llaves de San Pedro o el Evangelio.
Pero Erasmo —y ésta es su acción más memorable— es el único entre los
guiadores de aquella época que se niega a adscribirse a un partido. No se
pone del lado de la Iglesia, no se pone del de la Reforma, por estar ligado
con ambos bandos: con la doctrina evangélica, ya que por convicción era el
primero que la había exigido y fomentado; con la Iglesia católica, por
defender en ella la última forma de unidad espiritual de un mundo que se
viene abajo. Pero a la derecha hay exageración y a la izquierda hay
exageración, a la derecha fanatismo y a la izquierda fanatismo, y él, el
hombre inmutablemente antifanático, no quiere servir a una exageración
ni a la otra, sino sólo a su norma eterna, la justicia. En vano se coloca como
mediador en el centro, y con ello en el puesto de mayor peligro, para salvar,
en esta discordia, lo general humano, los bienes de la cultura colectiva;
intenta, con sus desnudas manos, mezclar fuego y agua, reconciliar unos
fanáticos con otros: cosa imposible, y, por ello, doblemente excelsa. Al
principio en ninguno de los dos campos se comprende su conducta, y, como
habla con suavidad, cada cual confía en poderlo atraer para su propia causa.
Pero apenas comprenden ambos que este espíritu libre no quiere prestar
acatamiento a ninguna ajena opinión ni proteger ni ayudar a ningún dogma,
el odio y el escarnio caen sobre él desde la derecha y desde la izquierda.
Como Erasmo no quiere ser de ningún partido, rompe con los dos; "para los
güelfos soy un gibelino, y para los gibelinos un güelfo". Lutero, el
protestante, maldice gravemente su nombre; la Iglesia católica, por su parte,
pone en el índice todos sus libros. Pero ni amenazas ni injurias pueden
inclinar a Erasmo hacia un partido o hacia otro; nulli concedo., no quiero
pertenecer a ninguno; este lema suyo lo mantiene hasta el final; es homo per
se, hombre aparte, hasta sus últimas consecuencias
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