Minificciones: El escuadrón de la muerte

Los incendios arden a mi alrededor, y veo las olas de humo ascender al cielo. Tengo mi fusil en la mano y espero mis órdenes. Hombres y mujeres caminan hacia la fosa que hay mas adelante, caminan temiendo por sus vidas y orando a Dios. En la fosa yacen cuerpos, desnudos y hechos pedazos, algunos han perdido sus cabezas y las mujeres sangran por sus piernas. El olor es insoportable, apesta a lo que solo puede ser descrito como una tostada quemada. La mayoría de las cosas huelen así, cuando llegan a ese estado. No es algo que ustedes puedan reconocer, para ustedes son simplemente quemados.

El fuego proviene en su mayoría de los cuerpos ya sepultados. Las zanjas no son lo suficientemente grandes para sostener todo el mundo, por lo que están reservadas para los campesinos que no tenían nada que ver con nada. Por simpatía barata. Los soldados de verdad optan por la vía rápida al infierno. Nuestros hombres dicen que se lo merecen, que son los demonios de verdad, pero yo no he visto nada de ellos que lo demuestre. Sólo sus desesperadas súplicas de perdón, que no son respondidas.

Nos encontramos en una colina donde no crece nada. Los incendios arden brillantemente, como si quisieran que todos los vieran. Los campesinos delante mío, saben que no deben acercarse, se quedan en el interior y esperan a que mis acompañantes llegen. Ellos caminan con bolsas y hablan de fútbol y de mujeres. Asombrados de lo buenos que son robando a los pobres. Nadie los detiene, los campesinos lloran, cuando ellos los golpean y se llevan a sus niños. Sólo hay casas vacías... Los hombres no quieren irse con las manos vacías

En la cima de la colina, espero mis órdenes. Los hombres y mujeres frente a la zanja me piden misericordia, y yo los ignoro. No hay nada que pueda hacer por ellos, que tengo que hacer lo que me piden que haga. Con el escuadrón de la muerte, o estás con ellos o contra ellos. Y yo prefiero seguir vivo.

Mi comandante aparece. Camina con pasos largos. Con un cigarro en la mano, y una pistola en la otra, mira a la zanja y se ríe. Mátalos, dice, están tomando nuestro aire. Levanto mi fusil y apunto. Las palmas de mis manos sudan, mi corazón se acelera. Aguanto la respiración, y con la palabra de mi comandante, aprieto el gatillo. Un disparo sacude la colina, y nadie se da cuenta. Esto ha estado sucediendo durante toda la noche, lo he estado haciendo todo el día. aprieto el gatillo otra vez y otro cuerpo cae en la zanja. Luego otro, y otro. El siguiente hombre en la línea mira con horror como la gente de su pueblo muere y se encuentra sin poder hacer nada mientras espera su turno para golpear el suelo.

Yo les disparo en la cabeza para que no sientan dolor. Mis amigos dicen que estoy desperdiciando mis balas cuando un machete funciona igual de bien. Ellos arrancan sus miembros y se les dan de comer a los perros. Para ellos no hay mucho para comer por aquí así que eso es comestible. Yo les replico que un tiro en la cabeza es más eficaz y rápida. Hay muchos por delante, y no tenemos toda la noche.

Bang, bang, ellos caen. Ellos caen. Cabeza sobre los talones, de punta a punta. Caen en la zanja y los cubren. Un montículo de tierra, en eso se convierten. Nosotros les damos sus ritos, y cantamos sus oraciones. Se han ido ya y sabemos a dónde van. No es por ellos, es para aquellos que necesitan garantías de que esto es correcto. Para que podamos descansar y dormir, y hacerlo todo esto de nuevo mañana. Porque esto no es una cosa de una vez, esto es para siempre. Una conquista, una campaña. Una y otra vez, hasta que el último hombre caiga...

Hasta que el mundo sepa quiénes somos, y conozca el mal que respira a través de nuestras almas.

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