Una de Muertos

Paseo por estas tranquilas callejuelas, por donde ronda la muerte y donde raramente se va con las manos vacías
Miloš Urban


Leyendo últimamente los tabloides, pasquines, y demás material impreso (el audiovisual ya no es tan de mi agrado), se ve como crece la cosa esa de la matanza de gente en esta ciudad, y pues como bien lo dice ahí debajito del título de ese blogocoso, me sumaré a hablar al respecto, pero a diferencia de la gran mayoría, creo que lo veré desde una óptica más retorcida, y como siempre esperemos que el ejercicio mental no me provoque una apoplejía, y de paso salga bien
Ahí vamos:

Podrán tacharme de retrógrado o anticuado (yo diría romántico) pero siempre he sido muy de la ideas humanistas de antaño, donde a pesar de lo estricto del asunto, y de lo obtuso de la percepción de aquello de las libertades personales, la vida humana tenía un valor inestimable, empiezo a detestar a esos humanistas modernos, que durante siglos ha pisoteado la idea de un hombre nuevo, su vana rebeldía contra sus antepasados, su venganza porque sólo unos pocos, los que en realidad poseían la sapiencia, podían alcanzar altas cotas de erudición sobre el ser del hombre, desprecio a los nuevos humanistas porque fueron discípulos de los mejores.

Los verdaderos humanistas fueron los que se opusieron al dictado de la condición humana, crearon una idea que representó lo imposible, la victoria del espíritu sobre la materia. En todas las épocas posteriores ha sido al contrario, puedo atreverme a creer que si hubiésemos conservado viva esa idea, el crimen no se hubiera vuelto un elemento cotidiano, como no lo era en tiempos antiguos; no nos comeríamos la idea de un asesinato, igual que una hostia negra recibida de los presentadores de las noticias de la tele.

Sin embargo, la historia fue por otros derroteros, contra eso no había nada que hacer. Reconozco que no quiero vivir ni quiero que mi hija vivía en el mundo que veo a mi alrededor, pero no puedo hacer nada al respecto, solo luchar por el bienestar de mis cercanos, en especial de ella….

No obstante siento la necesidad de hacer algo. Protestar de alguna manera contra un orden que considero malo, perverso, nocivo, quizá por eso acogí de brazos abiertos la ecología, yo mismo me reía imaginándome como esos ecologistas a los que Facundo Cabral llama “marxistas reciclados”, con botas pantaneras y armado con material de laboratorio, protegiendo a todos esos lelos obcecados, que viven en este pobre planeta.

De vez en cuando me entran ataques de risa, que me hacen ver que encontré en esta “disciplina” una aparente salida a mi desprecio por la raza humana, si todos se aferran tan solícitamente a las ocasiones inauditas que les ofrecen nuevas posibilidades… ¿por qué yo no hacerlo? Aunque a mi manera.

Es acá donde empiezo a ver con otros ojos esa cosa de la imperturbabilidad frente a los hechos violentos que aquejan a la humanidad (no solo a este puñado de habitantes del altiplano), el “hombre” del siglo 21 se caracteriza por esa pasividad frente a lo que había hablado en varias ocasiones. Esto a causa de la necesidad constante de andar rompiendo paradigmas, independientemente del resultado de estos cambios, unos han sido realmente provechosos para la humanidad, otros no tanto, hombres y mujeres elevan la efectividad al nivel de las virtudes humanas, y creo que ahí es donde nos despiporramos, donde todo tiene que ser efectivo, todo tiene que ser pronto, no necesariamente bueno, pero si inmediato.

Anteponiendo esto a las verdaderas virtudes, estas se desdibujan, ya la gente no ve con buenos ojos a alguien que brinde una ayuda desinteresada, ya nadie se preocupa por el bienestar del cercano (incluso siendo de un grado de consanguineidad cercano), una de las grandes virtudes de los antiguos hombres y mujeres era el valorar nuestra presencia en este mundo, no como raza sino como ser individual, y eso desafortunadamente se ha perdido, la especie sigue pugnando por dominar, a costa de nuestro entorno y a costa de nosotros mismos.

Comentarios

Entradas populares